jueves, 28 de agosto de 2008

De odres y otras cosas.

"Odre": dícese de la mujer oronda que eclipsa la luz natural del sol, para mofa, escarnio y molestia de los demás viandantes, sobre todo de los adolescentes (no necesariamente por edad).

Esta definición, acuñada por una fiel amiga, gracias a la "gracia divina" de su padre, me define a la perfección. Camino por la calles llevando conmigo un volumen desmesurado, hecho del que los demás no se cansan de hacerme sabedora. Si viajo en avión, me aconsejan que pague dos plazas. Si me compro un coche, me recomiendan que escoja uno de más tamaño. Si compro ropa, ésta tendrá, como mínimo, un valor equivalente a diez trapitos de Zara.

Si los kilos de más fuesen oro, sería inmensamente rica, y podría permitirme todos esos lujos que parecen ser inherentes a los odres como yo. Pero resulta que ser gordo no le proporciona a uno dinero extra. Porque en mi trabajo no me dicen: "oiga, como es usted un odre, y es obvio que come por dos... o incluso tres, le voy a subir el sueldo para que pueda financiarse el mantenimiento de sus kilos".

Lo que yo estoy esperando, en esta sociedad que de repente adopta como hijos predilectos todo aquello que considera desviado, es que nos llegue el momento de estar de moda y podamos sufrir la ya consabida discriminación positiva de la que son objeto muchos otros colectivos. He escuchado, en algún momento: "No sé por qué a los gays se les ha de tratar diferente si son sólo personas con una característica más, como pueda ser alto, gordo o pelirrojo". ¿Disculpe? No, no. Nosotros no somos iguales que los gays, ¡ya nos gustaría! Nosotros no tenemos un "día del orgullo odre", no hay bares para gordos, no hay toda una línea de productos erótico-erógenos para obesos...

No, nosotros sólo tenemos el honor de poder frecuentar tiendas de tallas grandes, donde lo más bonito que podemos encontrar es un sujetador tamaño paracaídas, color champán. Discúlpenme, señor fabricante-diseñador, pero lo más seductor de esta prenda es el nombre de champán, con el que uno puede pensar en emborracharse para reírse del tamaño paracaídas.

Pero hubo un tiempo en que las carnes fofas tuvieron su éxito. Los hombres pensaban que las mujeres demasiado delgadas estaban enfermas (...), y preferían carnes poco prietas y blandas donde poder amarrar sus manos con fundamento. Esto fue allá por el año maricastaño, pero como ahora dicen que vuelve lo antiguo... no perdamos la esperanza, puede que pronto volvamos a estar de moda, con arrugas y todo :D

4 comentarios:

Los80s dijo...

jejeje, no seas quejica, que en tiendas de tallas grandes también hay cosas monas :-P. Y sí, podríamos ponernos de moda de nuevo, joer... o establecernos como colectivo y exigir derechos!! yo te apoyo!!! Bss. Por cierto, soy la nata azulosa

vir dijo...

ah con que además de a ti me encuentro a la nata azulosa no? pues que sepas que yo soy la vir de toda la vida. Y yo hoy acabo de retomar mi dieta después de haber engordado 3 kilazos en agosto a base de helados y de platos de macarrones con patatas fritas jeje. Ahora estoy en los 80 (kilos) no sé la nata azulosa a qué se refiere con eso de los 80s jejej, yo me refiero a kilos ains. Y menos mal que has avisado de que exagerabas un poco tu personalidad eh? que si no me hubiera preocupado. Un abrazo y por supuesto, desde ya mismo te "linkeo" en mi blog.

Maruqui dijo...

Encantada de conocerla sra.Odre, quería decirle que cuando se desplace en avión, no permita que le vendan dos plazas, el asiento doble para usted es una cortesía gratuita de la compañía :)) El tiempo del gusto por las carnes fofas, creo que lo tuvimos allá por la vida y milagros del sr. Rubens, si la moda es cíclica, no se preocupe usted, volverá. Y ya deje usted de quejarse, que muchas nenas no tan guapas como usía, pagan dinerales para poder usar paracaidas color champán, cosa que a este odre, supongo, la factura le sale por apenas un par de bocatas más, lo comento desde mi más profunda envidia, pues muchos aeroplanos morirían por ser paracaídas. snif. Firmado: maruqui

belenmadrid dijo...

ay! te entiendo, porque encima yo ni en las tiendas de tallas grandes, porque suponen que las gordas somos bajitas.. por qué? no lo sé, pero yo mido 1.83 y para encontrar unos pantalones donde entre mi muslera y que no me queden a media pantorrilla lo paso fatal de verdad..

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